lunes, 30 de mayo de 2011

El problema no es el paro, el problema es el trabajo.

Hoja volante repartida en la manifestación del 15 M de Sevilla el 29 de mayo de 2011.

Una de las reivindicaciones más oídas en las movilizaciones del 15 M es la cuestión de la falta de trabajo. El paro, como lacra social que está condicionando la vida de millones de personas y que concretamente está siendo un gran obstáculo en la emancipación económica de las generaciones más recientes, ha sido uno de los motores que ha hecho salir a la gente a la calle. Sin embargo, el paro no es resultado de una falla del sistema económico, sino una consecuencia de su propio desarrollo. Reivindicar más trabajo es por tanto una ingenuidad, porque el sistema lejos de subsanar esta situación se prestará a administrarlo para su propio provecho. El paro, siendo por lo tanto inevitable en esta etapa del capitalismo, ha devenido además en una perfeccionada herramienta de dominación de la población. Con esa espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de los que tienen un empleo es muy fácil imponer unas condiciones cada vez más abusivas y beneficiosas para el capital, eliminando sistemáticamente multitud de derechos laborales sin encontrar una seria resistencia por parte de los trabajadores (no hablemos ya por parte de los sindicatos al servicio del estado). Por su parte, la masa de desocupados es, si cabe, más fácil de controlar; siempre a un paso de la marginalidad, dependiente del estado, de la “caridad” de familiares e instituciones o inmersa en la precaria economía sumergida, el estar parado es a día de hoy toda una categoría humana avocada a la desesperación y el darwinismo social, pero muy difícilmente al combate político.
Por esta razón, nos parece absurdo escuchar estos días reivindicaciones tan maximalistas como ambiguas respecto a una democracia verdadera cuando en la práctica la inmensa mayoría de los trabajadores de este país sufren el día a día de su puesto laboral como una pequeña pero aplastante dictadura. De poco sirve ir a la plaza para gritar y debatir si cuando vuelves al trabajo (quien lo tenga) agachas la cabeza como si nada hubiera cambiado. Mucho se oye hablar contra los partidos y contra los poderes financieros, pero poco sobre la patronal, agente crucial en este juego de poderes que es nuestra democracia capitalista. Por ello queremos hacer hincapié en que de nada vale una crítica al sistema si no profundizamos en la dinámica de su base económica y productiva, si no denunciamos y combatimos consecuentemente el verdadero cáncer que ha podrido la vida colectiva y sus posibilidades de llegar a una sociedad realmente libre e igualitaria. La explotación laboral, el propio concepto del trabajo asalariado, es la base para la educación en la sumisión y la obediencia, es la herramienta alienante por excelencia al servicio del capital, aquello que erosiona como ninguna otra fuerza la capacidad creativa, la pasión y la energía necesarias para que una sociedad lleve a la práctica su efectiva emancipación frente a la opresión.
Mucho se está debatiendo de cómo llevar a la práctica las reivindicaciones del 15 M. Si bien es esperanzador el carácter asambleario y antiautoritario que le está caracterizando no lo es tanto cuando llega la hora de pasar a la acción. Como era previsible las fuerzas de seguridad del estado han iniciado la represión en muchos puntos del país, y es indudable que se generalizarán y endurecerán, en respuesta a esta represión pensamos que la desobediencia civil es un arma imprescindible para hacernos escuchar y sobre todo para demostrar que vamos en serio. La ocupación de plazas y edificios, tal y como se está produciendo, es una herramienta lo suficientemente potente como para retroalimentarse en la consecución y mantenimiento de este movimiento, así como para introducir la certeza de que las metas que se quieren conseguir no van a ser ofrecidas por las buenas, sino resistiendo los envites. Pero aparte de eso pensamos que es imprescindible dar un paso más, y este decidido paso solo puede darse en al ámbito de lo laboral, lejos de la muchedumbre y los cánticos eufóricos, pero inmersos en la experiencia de lo cotidiano y objetivo. Por ello proponemos aplicar en los puestos de trabajo todo lo aprendido de las prácticas asamblearias. Si hemos visto como miles de personas pueden ponerse de acuerdo en unos mínimos y trabajar sobre ello, más viable será conseguirlo con un número mucho más reducido. Hablamos de buscar la acción autónoma de los trabajadores al margen de cualquier iniciativa partidista o sindical, hacer uso del poder del que aún disponemos como engranajes imprescindibles para el funcionamiento de este sistema. Proponemos la huelga salvaje como perenne arma del trabajador, reclamamos el sistemático desprecio de la institución del trabajo como algo digno, pero no para conseguir ligeras mejoras que nos callen la boca, sino para demostrar que no queremos volver atrás, que soñamos con un mundo donde las relaciones de poder y sumisión han quedado abolidas. Porque la filosofía del beneficio a toda costa que mueve al empresariado es tan culpable de nuestros males como lo es el bulo de la democracia partidista y el mercado financiero. Un racional y justo reparto del trabajo, una drástica reducción de la jornada laboral y un uso adecuado de la mecanización de los procesos productivos en una sociedad libre ya de una economía capitalista terminarían para siempre con el desempleo forzoso… y nos sumiría en el gozoso ejercicio de la pereza, de la creatividad y el placer.
¡Abajo el trabajo asalariado!

El Naufragio
Sevilla, 29 de mayo de 2011


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Este texto puede ser reproducido sin ánimo de lucro citando procedencia.

Llegó el 15 M y les amargó la fiesta.

Hoja volante incluida en el primer número de la revista El naufragio 
en relación a las movilizaciones del 15 M.

Desde la revista El Naufragio queremos manifestar nuestro apoyo a las movilizaciones surgidas a raíz de las convocatorias del 15 de mayo. Estamos viviendo unos años de locura liberal en los que se han tomado medidas supuestamente excepcionales de consecuencias catastróficas para los trabajadores. Unas medidas dictadas por empresarios y banqueros, pero que vergonzosamente han contado con el apoyo explícito de sindicatos y partidos políticos amparados en la excusa de una crisis financiera. Todo ello con la supuesta voluntad de eludir un colapso calamitoso del sistema capitalista que podría arrasar con todos nosotros. En este contexto deprimente y abúlico, los políticos preparaban una nueva fiesta de la democracia y se dedicaban a cacarear ñoñeces e imbecilidades que ni ellos mismos se creen. Sin embargo, sin esperarlo, el enésimo canapé del mitin electoralista ha empezado a saberles a rancio, la imprevisibilidad con la que un centenar de miles de personas salieron el domingo 15M en diferentes ciudades ha desbordado las expectativas de los propios convocantes y convocados. La ingenuidad de los primeros manifiestos con los que se trataba de aunar el descontento ha quedado superada por las pintadas, acampadas y discusiones que se están produciendo de una forma espontanea. Hay que constatar que la chispa está prendiendo las ganas de protestar, de intervenir y de discutir de la gente y que las movilizaciones han continuado de un modo autónomo, desobedeciendo las prohibiciones de juntas electorales y fuerzas de seguridad.
No obstante, el movimiento que está iniciándose en estos momentos tendrá aún más valor si es capaz de sobrevivir a las elecciones del 22 de mayo y si comienza a concretarse en acciones que vayan más allá de la mera muestra del desengaño democrático. Pero de la misma manera que es necesaria una radicalización de las movilizaciones debemos ser conscientes de que tras el 22 de mayo la represión que se ponga en marcha será muy dura, de hecho ya contamos con 19 detenidos tras cargas policiales arbitrarias y brutales. Además y aunque también esto era predecible, nos tenemos que enfrentar al intento de sacar rédito político y mediático de este movimiento por parte de diferentes grupos y partidos de la izquierda.
Somos pesimistas, sabemos que todo está en contra de nosotros, pero es imprescindible aprovechar este mínimo resquicio de despertar social para introducir un aliento utópico. De aquí en adelante la batalla no será solo exclusivamente contra la reacción del capital sino también contra la propia actitud de una sociedad sumisa que ha acatado como un hecho consumado la estructura totalitaria del capitalismo.
El enemigo no es la crisis, es el sistema y no queremos salvarlo, no queremos que tenga un rostro humano, no queremos que nos prometan más subsidios de desempleo, ni becas, ni que nos prometan un trabajo que ni siquiera pueden darnos. Creemos necesario hacer conscientes a los ciudadanos de la capacidad de lucha que aún reside en todos nosotros, porque no estamos tan agotados y humillados como para seguir tragando indolentemente la bazofia que nos suministran. Por lo pronto, hay que arrebatar la legitimación a un sistema político que nunca nos representó, apoderarse, por tanto, de la soberanía de la que nos han expropiado.

El naufragio
Sevilla, 19 de mayo de 2011.


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El Naufragio. Primer número

Ya está a la venta el primer número de la revista El naufragio. Su precio es de 2,50 euros (más gastos de envio). Puedes solicitar tu ejemplar a través de revistaelnaufragio@gmail.com
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El índice de este número consta de:

Hacer mundo: Los jardines ideales. Eugenio Castro.
Encuestra sobre el naufragio. Varios autores.
Los innombrables. (Fotografías de objetos). Leticia Vera.
Saqueadores de espuma. Lurdes Martinez.
Entrevista con Antonio Altarriba. Javier Mora. On-line aquí
La irrupción poética de la vivencia marginal... Agustín Rivas.
Nada habrá existido. María Santana.
Gommages. (Fotografías manipuladas). Eugenio Castro.
Instrucciones para dominar el mundo. Olvap Oyovok.
A for Anounymous. Antonio Ramirez
Contra Disney. Selección de textos de varios Autores. On-line aquí
Inside Job o los trapos sucios se lavan en casa. María Santana.
Manual de supervivencia para náufragos. Capitulo 1. Emilio Botín.